martes, 8 de octubre de 2013

NO HAY ´´CAMA´´ PA´ TANTA GENTE - CRÒNICA



El único espacio en Bogotá donde se reúnen personas de todos los estratos, es uno de los lugares más antiguos. Donde conviven el pecado, el descuido, imperfecciones, errores, y abandono.  


´´En este cementerio no hay tristeza, ni soledad tampoco, ni alegría, ni los muertos están, ya sólo barro, ni se acercan los vivos de visita. Sólo hay serenidad imperturbable, como una niebla fina flotando sobre lápidas y estatuas, que tantas cosas en silencio gritan´´, este es el fragmento de un poema escrito por Francisco Álvarez que nos  habla de ese tema que muchos no quieren tocar y que para otros tantos es algo de nunca acabar.


A pesar de ser uno de los días en los que se supone va el mayor número de gente, solo a uno lo lloraba su familia, parecía no llevar mucho desde su llegada. El lugar está en su mayor y completo abandono.


Mientras realizaba el recorrido, el cruce de bulla, canciones y ritmos me asombraron. Cualquiera que entrará con los ojos vendados, pensaría estar en medio de una feria donde los sonidos se confunden. Una feria pero vacía.


El aparente vecino nuevo para quienes residen ahí. Era visitado por sus seres queridos, de raíces humildes, lo noté por la forma de vestir, sus ropas estaban algo desgastadas, parecía percudida, tal vez por tanto uso. Y como típica familia de bajos recursos eran acompañados por varios infantes, parecían asignados tres  menores por cada adulto. Y sus canciones sonaban a los ritmos populares. Notaron nuestra presencia y fue imposible no parecer reflectores en tanta oscuridad.


Al otro extremo dos jóvenes escuchaban hip-hop, ese ritmo urbano que salía de una grabadora cargada al hombro. Atravesaron el recinto casi en forma de zigzag y sin destino aparente. Podrían ser de esos tantos que ingresan al lugar para fumar droga a escondidas.


A primera vista solo negocio es lo que se mueve, desde las flores afuera del lugar, la venta de alcohol en la esquina de al frente y los ´´curas´´ que ofrecen los mejores servicios para dar una digna y especial despedida.


Aunque el lugar tiene dos entradas, mi ingreso lo realicé por un portón que a su lado derecho decía, entrada de carros fúnebres. Dos celadores en la entrada daban la sensación de estar en un lugar seguro, aunque alrededor de este barrio de almas, solo la prostitución, burdeles e indigentes son los vecinos más cercanos.
FOTO DEL CEMENTERIO CENTRAL tomada de google.


Vecinos confianzudos, esos que arman rumba y no paran de contar sus problemas esperando a que se los resuelvan, con notas escritas debajo de algunas puertas, esos que ni siquiera piden permiso para meterse en el lugar de descanso, aunque sea en casa ajena. Entran como Pedro por su casa sin llaves, imagínense donde las tuvieran.


Avanza el recorrido, y el lugar desde adentro parece un laberinto, el espacio está a punto de agotarse. Ya no se encuentra un lugar donde posar los restos de un alma más. El problema tal vez radica en la mala distribución. Posiblemente en los inicios del que es ahora el Cementerio Central, jamás se imaginó albergar a tantos huesos, en definitiva no hay ´´cama´´ pa´ tanta gente.


Arcilla, cemento, cerámica, granito, ladrillos entre otros materiales son los vistos en este lugar lleno de contrastes. En algunas lapidas, panteones o mausoleos, como mejor lo prefieran, se reflejan las imborrables diferencias de estrato en las que vivimos en este país.


Hoy en día no es lo que fue antes, y lo refleja la actitud que tiene el señor Romero, un trabajador del lugar, al preguntarle por la cantidad de gente que visita el lugar. ´´Acá ya no viene casi nadie, esto los domingos antes era lleno, solo viene acá gente que no respeta, ¡Jum…sí hemos encontrado a gente teniendo relaciones!´´.


Creería que una de las razones es porque dejo de ser territorio de los ingleses, para convertirse en la perversión absoluta del pecado, a los alrededores del Cementerio Central, ubicado entre las calles 24 y 26 y desde la transversal 17 hasta la carrera 22, en la localidad de Los Mártires de Bogotá.


´´Los nombres guardan un recuerdo en piedra que casi siempre se perdió en la brisa. Sobre la tierra, el mármol o el granito, la división de clases, jerarquías, más para beneficio de los vivos, los muertos ya igualados en cenizas, incapaces de ver la diferencia entre rosas lozanas y marchitas´´. F. Álvarez.



Aunque todos al pie de sus puertas indican sus nombres, son muchos los que son ignorados.

Por Yesika Castellanos

¡ABSURDA PRESIÓN!


Un modo de presión absurda es la que le realiza un hombre a su pareja sentimental para que le demuestre su ´´amor´´ hacia él. Las niñas y para las que les duela el diminutivo a la edad de 15 o 17, las ´´mujeres´´, deben entender que la virginidad no es una lazo o esposa que detenga a su novio.


Cuando usted piensa que María su mejor amiga, Gaby la amiga de su primo o la niña linda del barrio ya lo hizo. Siente cierta presión por creer estar fuera de lo común, pero lo cierto es que ninguna de ellas ha sentido ni creído en tal presión.


Si quiere hablar de sexualidad su primer error es contar con las experiencias de otros, haber, el limón nunca va a evitar que en su primera relación quede embarazada o nada asegura que una semana después de su menstruación, su polvo de gallo no llegue hasta el ovulo mientras le asegura al oído que nunca la va a dejar.


Usted ´´mujer´´ de 15 o 17 años, sino está preparada para trabajar, dejar de rumbear o convivir con alguien que ni conoce, ¿Por qué y para que comerse el biscocho o como dice mi abuela el pedazo de carne antes de tiempo?


Es entendible que las bajas pasiones nos hagan caer, pero la mayoría, a la edad en la que perdió la virginidad nunca se imaginó, que esa NO sería por siempre su comida asegurada. Pasan los años, los gustos y las situaciones cambian. Siempre llegará un postre mejor que nos haga bajar o subir de calorías.


Para los que se preguntan si el que escribe es un mojigato, no lo soy. Pero por eso mismo se les hace la recomendación, aunque estoy seguro de que muchos leerán y no aplicarán, no los culpo es el cuerpo humano y la cochina curiosidad. Pero para información de las mujeres, ustedes no son las únicas, los hombres obviamente pasan por lo mismo.



¡No! definitivamente, nunca aprendemos, sencillamente porque estamos acostumbrados a cometer los errores aunque el ejemplo del botón lo tengamos al lado, o simplemente porque siempre vamos a querer caer en el mismo hueco.

por Yesika Castellanos